Después de meses de inactividad en este blog, tengo una noticia: me he mudado a la ciudad de Quibdó en el departamento Colombiano del Chocó, he venido a trabajar en un proyecto de desarrollo (pensad en mi 😉 al contaros esto)… para que os hagáis una idea esto está debajo de Panamá, y tiene dos mares el Pacífico por el Occidente y el Caribe en el norte. Ha sido y es una de las zonas más pobres del país, tanto hace poco las estadísticas oficiales la catalogaban como la zona donde la tasa de pobreza (60%) es el doble de la media nacional.
Ha sido un mes intenso de preparativos en España antes de partir, en Colombia al llegar (no os imagináis el número de formularios y oficinas que he tenido que hacer y visitar para tener acceso a salud, servicios bancarios, vamos lo esencial para poder moverte y funcionar en el país, llevo solamente una semana y tengo la sensación de que es toda una eternidad.
Me han preguntado varias veces lo siguiente: ¿Qué se siente al volver, que piensas de lo que has visto? A lo que realmente no he podido responder con coherencia, se me mezclan tantas cosas en la cabeza y el corazón, que no me sale un discurso sobre el cúmulo de sensaciones distintas que me embarga: Por una parte: familiaridad, este es el país en el que nací y crecí, por tanto el caos del tráfico (extrapolado en Quibdó), el que caminar sea una carrera de obstáculos por la altura de las aceras, los desniveles por todos sitios, la inexistencia de pasos de peatones, la constante atención a la seguridad de la cartera, el bolso, las desigualdades abismales que hacen que un desayuno en Bogotá te pueda costar 10 mil pesos (cerca de 5 euros) y que una madre indígena de un niño de 16 meses no tenga 6 mil para llevar a su hijo que la noche anterior ha convulsionado al hospital, que la guerrilla tenga el poder suficiente para paralizar el transporte de personas y carga por tierra de toda una provincia (han decretado un paro armado en el Chocó) …, tantas y tantas cosas que no han cambiado, muchas de ellas dolorosas y que te hacen preguntarte, sin respuesta evidente: ¿Por qué no hemos conseguido mejorar en lo mínimo las condiciones de vida del grueso de la población?
Por otra extrañeza, cosas que por olvido o lo que sea a mí me resultan nuevas: el tono teatral de los presentadores del telediario, la agresividad verbal de las declaraciones de personajes públicos en estos mismos medios (de verdad, os lo prometo, en España el trato es exquisito cuando se refiere a descalificar a un rival), el nivel europeo (o más) de los precios de muchas cosas vs los salarios de la gente (que siguen siendo los de aquí), las ganas con que un equipo joven de personas de un municipio intentan hacer frente a retos descomunales: finanzas quebradas, tradicional abandono del gobierno central, corrupción….
Así que, realmente no me atrevo a hacer balance o a dar ahora una opinión, quiero volver a conocer este territorio, quiero tener los ojos y los sentidos abiertos a todos los nuevos estímulos que me están llegando, quiero acercarme a la realidad y a la gente (su siempre maravillosa y cálida gente) y dejarme llevar, que seguro a algún puerto llegaremos.
Bye for now 😉